jueves, 28 de mayo de 2015

miércoles, 27 de mayo de 2015

ENTREVISTA A ZYGMUNT BAUMAN ¿QUÉ FUTURO ESTAMOS CONSTRUYENDO?

ZYGMUNT BAUMAN.

¿Qué Futuro estamos Construyendo?
Artículo de Carlos Fresneda, vista en elmundo.es

La austeridad es ‘pobreza para la mayoría y riqueza para unos pocos’. El sociólogo admite que hoy no hay alternativa viable al capitalismo. ‘La falta de confianza en los políticos es un fenómeno a nivel mundial’.


http://www.lostiempos.com/lecturas/libros/libros/20120122/media_recortes/2012/01/21/328822_gd.jpg



Todo se diluye a nuestro alrededor. Cualquiera diría que la “modernidad líquida” que vislumbró Zygmunt Bauman se ha convertido en un torrente que todo lo arrastra. No va quedando nada sólido a lo que agarrarse. Y lo que es peor: cualquiera diría que hemos pasado de la fase “ultralíquida” a la gaseosa. Todo se está haciendo cada vez más etéreo.
“Lo que ocurre es que no tenemos un destino claro hacia el que movernos“, certifica el sociólogo y pensador polaco, que sigue trotando infatigablemente por el mundo a sus 87 años. “Deberíamos tener un modelo de sociedad global, de economía global, de política global… En vez de eso, lo único que hacemos es reaccionar ante la última tormenta de los mercados, buscar soluciones a corto plazo, dar manotazos en la oscuridad”.
Acudimos al reclamo del maestro en su terruño adoptivo de Leeds, donde lleva media vida afincado y desde donde observa el mundo con sus ojillos ávidos, entregado al ritual diario de la escritura y del tabaco en pipa. Aspira Bauman el humo por la boquilla, y ya pueden fluir sus largos y ponderados pensamientos sobre la vida líquida.
“La relación de dependencia mutua entre el Estado y los ciudadanos ha sido cancelada unilateralmente. A los ciudadanos no se les ha pedido su opinión”.
“Cuando usé la metáfora de la “modernidad líquida”, me refería en concreto al período que arrancó hace algo más de tres décadas. Líquido significa, literalmente, “aquello que no puede mantener su forma”. Y en esa etapa seguimos: todas las instituciones de la etapa “sólida” anterior están haciendo aguas, de los Estados a las familias, pasando por los partidos políticos, las empresas, los puestos de trabajo que antes nos daban seguridad y que ahora no sabemos si durarán hasta mañana. Es cierto, hay una sensación de liquidez total. Pero esto no es nuevo, en todo caso se ha acelerado”.
Sostiene Bauman que el mundo sólido surgido de los rescoldos de la Segunda Guerra Mundial ya no es viable. Admite que a él nunca le gustó el término de “estado del bienestar”, que se ha acabado convirtiendo en un caballo de batalla ideológico.
“Yo siempre he preferido hablar del “estado social”. Se trataba de crear una especie de “seguro colectivo” a la población tras la devastación causada por la guerra, y en esto estaban de acuerdo la derecha y la izquierda. Lo que ocurre es que el “estado social” fue creado para un mundo sólido como el que teníamos y es muy difícil hacerlo viable en este mundo líquido, en el que cualquier institución que creemos tiene seguramente los días contados”.
La esperanza es inmortal, sostiene Bauman, que nos invita a defender la sanidad pública, la educación pública o las pensiones mientras podamos. Pero poco a poco habrá que hacerse a la idea de que el “estado social” se irá disolviendo y acabará dejando paso a otra cosa.
Un planeta social
“En este ‘espacio de los flujos’ del que habla Manuel Castells, tal vez tiene más sentido hablar de un “estado en red” o de “un planeta social”, con organizaciones no gubernamentales que cubran los huecos que va dejando el estado. Yo creo sobre todo en la posibilidad de crear una realidad distinta dentro de nuestro radio de alcance. De hecho, los grupos locales que están creando lazos globales como Slow Food, son para mí la mayor esperanza de cambio”.
“El gran reto del siglo XXI va a ser precisamente acabar con el divorcio entre poder y política”
Eso sí, el maestro quiere dejar claro que hay una diferencia entre “lo inevitable” en este mundo líquido y lo que está ocurriendo en la vieja Europa desde que arrancó la crisis: “La relación de dependencia mutua entre el Estado y los ciudadanos ha sido cancelada unilateralmente. A los ciudadanos no se les ha pedido su opinión, por eso ha habido manifestaciones en las calles. Se ha roto el pacto social, no es extraño que la gente mire cada vez con más recelo a los políticos”.
Una cosa es la dosis necesaria de austeridad tras “la orgía consumista” de las tres últimas décadas, y otra muy distinta es “la austeridad de doble rasero” que están imponiendo los Gobiernos en Europa. El autor de ‘Tiempos líquidos’ le ha dedicado al tema uno de sus últimos libros: ‘Daños colaterales: desigualdades sociales en la era global’.
“La austeridad que están haciendo lo Gobiernos puede resumirse así: pobreza para la mayoría y riqueza para unos pocos (los banqueros, los accionistas y los inversores). O lo que es lo mismo: austeridad para España, Grecia, Portugal e Italia, mientras Alemania hace y deshace a sus anchas. Como dice mi colega, el sociólogo alemán Ulrich Beck, Madame Merkiavelo (resultante de la fusión de Merkel y Maquiavelo) consulta todas las mañanas el oráculo de los mercados y luego decide”.
Al albur de los mercados
¿Qué hacemos pues con los políticos? “Ése es el gran problema. La falta de confianza en los políticos es un fenómeno a nivel mundial. Y la razón de fondo es que los políticos no tienen ningún poder, el estado no tiene poder. En el mundo globalizado en el que vivimos, las decisiones las toman los poderes económicos que no entienden de fronteras. El gran reto del siglo XXI va a ser precisamente acabar con el divorcio entre poder y política”.
Pese a todos sus envites contra el sistema, Bauman reconoce que hoy por hoy no hay alternativa viable al capitalismo, que ha demostrado la capacidad de las anguilas para adaptarse a los tiempos líquidos.
“La naturaleza del capitalismo es la de un parásito: se apropia de un organismo, se alimenta de él, lo deja enfermo o exhausto y salta a otro”.
“El capitalismo se lleva trasformando desde su invención y ha sobrevivido a las situaciones más difíciles. Su naturaleza es esencialmente la de un parásito: se apropia de un organismo, se alimenta de él, lo deja enfermo o exhausto y salta a otro. Eso es lo que está ocurriendo desde que arrancó esta forma de capitalismo en la era de la globalización”.
La generación de la incertidumbre
“Recordemos el famoso ‘corralito’ en Argentina”, advierte Bauman. “Luego vino el colapso de Malasia, y la crisis del rublo, y finalmente la burbuja que estalló en Irlanda, luego en Islandia, y en Grecia, y ahora en España. Hasta que no revuelvan el país y lo dejen en una situación límite no dejarán de dar la lata. Mire lo que ha ocurrido en Chipre. El capitalismo necesita de tierras vírgenes, que puedan ser persuadidas y seducidas. Ya llegará el momento en que se les obligue a pagar las deudas”.
La última gran preocupación de Bauman es en todo caso la juventud. A la generación de la incertidumbre le dedica su último libro (‘Sobre la educación en un mundo líquido’), con especial hincapié en el desfase del sistema educativo y la precariedad económica en estos tiempos ultralíquidos.
“Soy muy consciente del tremendo problema del paro juvenil, que es algo ya común a todos los países occidentales, pero que se manifiesta muy cruelmente en España. Cuando más de la mitad de los jóvenes no tienen trabajo, cuando a muchos de ellos no les queda más salida que salir al extranjero o ganarse la vida en trabajos ‘basura’, después de haber sacado títulos que no les sirven para nada, la gran pregunta es: “¿Qué futuro estamos construyendo?”

TODO URGE A QUIEN POSTERGA LO IMPORTANTE!!

URGE PARA AHORITITA!!! TODO URGE AL QUE POSTERGA LO IMPORTANTE
LA COSMOVISIÓN DE LO URGENTE Por Óscar De la Borbolla mayo 25, 2015 - 00:01h 4 Comentarios En español, hay un de verbo que alude a un fenómeno muy frecuente y que a la larga hace que las vidas de las personas, por muy distintas que sean entre sí, contengan una dosis de insatisfacción. Me refiero al verbo “postergar.” Generalmente se toma como sinónimo de posponer, pero tiene un matiz en el que vale la pena detenerse, pues “postergar” no es solo posponer: hacer una cosa antes que otra o dejar para después una cosa para atender primero otra, sino que en “postergar” está la idea de que lo que se coloca en segundo lugar es más importante que aquello que se hace primero. Postergar es entregarse a lo urgente y diferir lo importante. La mayoría de las veces somos literalmente postergadores: es tan apremiante la vida, nos pone tan frecuentemente en situación de responder, que resulta raro que nos demos el tiempo para lo que queremos y, así, vamos aplazando casi siempre lo que es valioso para nosotros: lo dejamos para después, que es lo que significa etimológicamente procrastinar: dejar para mañana. Si a esta conducta práctica (reaccionar), que nos impone la vida, le sumamos la ideología pragmática que impera en nuestro tiempo el resultado es catastrófico: la vida se nos va en atender urgencias y en descuidar lo que auténticamente deseamos, y de ahí que, a la larga, las diferentes vidas se experimenten como insatisfactorias. A tal grado estamos encerrados en la cosmovisión de lo urgente que todo aquello que no responda a lo apremiante es descalificado. Decimos, por ejemplo, “esto es un discusión bizantina”, y todo el mundo entiende que se trata de algo inútil y necio como el alegato de los teólogos acerca del sexo de los ángeles, mientras los turcos estaban tomando la ciudad de Constantinopla. Subvirtamos, por un momento, esta cosmovisión y preguntémonos sinceramente: ¿a quién le preocupa hoy que en el siglo XV haya caído el Imperio Bizantino a manos del Imperio Otomano? ¿No sería más interesante hoy saber lo que habrían elucubrado aquellos filósofos bizantinos acerca del sexo de los ángeles? Existen infinidad de asuntos importantes que por haber sido postergados hoy nadie los sabe, es posible que la historia humana fuera otra si no se hubiesen postergado tantas cosas. Hay un aporte extraordinario de este tipo casi se pierde. Me refiero al trabajo teórico del joven matemático Évariste Galois asesinado en un duelo a la edad de 20 años. Sus enemigos políticos le armaron la celada valiéndose de una mujer; él se vuelve su amante y un día es sorprendido por el mejor espadachín de Francia, quien se se finge el ofendido esposo y lo reta a un duelo. En la noche anterior a su muerte, Galois garabateó en unas hojas sus hallazgos para resolver ecuaciones mediante radicales, paso que fue uno de los eslabones decisivos en la solución del Último Teorema de Fermat. Una cuestión urgente como el honor (París, principios del siglo XIX) casi quitan a Galois la posibilidad de materializar lo importante. Y como él ha de haber millones que dejaron incumplidos sus verdaderos anhelos por entregarse a lo urgente, por volcar su vida en las demandas meramente pragmáticas de la vida. Y además este mundo cada vez ayuda menos a comprender la importancia de lo que es importante. La sociedad atruena como un coro que acalla en nosotros todo lo que no sirva de un modo inmediato para “salir adelante.” En medio de esta era pragmática en todos los órdenes quisiera reivindicar como un símbolo de todo lo importante perdido las discusiones bizantinas: qué nostalgia por las reflexiones a las que habrían podido llegar los bizantinos, qué incurable ignorancia que sigamos sin saber el sexo de los ángeles.

lunes, 25 de mayo de 2015

LOS CÍNICOS MAESTROS MEDIADORES

Por Mario Alberto Montaño Delgado.

No he encontrado hasta ahora, referencias en la bibliografía de JUSTICIA ALTERNATIVA, acerca de estos filósofos griegos, cuya aportación mediadora se concentró en "andar de casa en casa", componiendo e interviniendo en reyertas familiares según Jean Brun, sin embargo, a través del rumbo de lo anecdótico (gracias a la obra de Diógenes Laercio y recientemente Michel Onfray entre otros), podemos darnos una idea del bagaje específico con el cual, estos pensadores, apelaban a la reflexión de los que con ellos interactuaron; así tenemos en "Diógenes El Perro" a la figura icónica que enseño la formula contra la cosificación del ser humano y toda forma de consumismo, sentenciando que "era muy feliz de ver en el mercado tantas cosas que no necesitaba y que la felicidad, por tanto, no consiste en tener más, sino en necesitar menos"; mostrando con su modus vivendi, que para ser felices, el hombre no necesita más techo que el cielo o más cama que el suelo.

Así, en estos tiempos en los que muchos operarios del sistema de justicia alternativa sufrimos una indigencia teórica que nos hace sentir incapaces de abordar temáticas que escapan a la jurídica, podemos encontrar sendas orientaciones, en "La Filosofía de Los Perros: la Filosofía Cínica." 

La pintura que al calce ilustra esta aportación, nos deja ver que Diógenes vivió como comulgó, pues sus posesiones fueron un tonel como vivienda, un vestido con el cual se protegía del frío, un báculo para defenderse y una vacija de barro con la cual se mantenía limpio. Podríamos impregnar nuestras mediaciones de cierto ideal cínico?

albertomd2773@hotmail.com